jueves, enero 29, 2009

¡No me di cuenta!







En algún lugar se deben encontrar las cosas hechas a medias, esas que dejamos en la mitad de su vida; las que murieron en un ciclo tan corto que no merecen ser recordadas. Las botellas medio llenas, las palabras que no salieron del nudo tendido por la garganta. Por ese mismo lugar deben estar las ideas fabulosas que en la dicha de la autoría se extravían y no aparecen. Las palabras que tengo en la punta de la lengua, que se han caído de ahí, ya que no las he pronunciado. Esas que hemos pisado dejándolas de lado como los paisajes que no nos conmovieron porque nos quedamos dormidos a mitad del viaje. Las mismas miradas que no captamos por ser tardías. Las horas que no he madrugado. Los sueños que tuve y no recuerdo al despertar. Todas esas cosas tienen un lugar desconocido, que de ser descubierto perdería su característica única, que es no existir.

Stephen Lam

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miércoles, enero 28, 2009

Updike y el azar




Cuando empezamos a conocer; cuando un conocimiento, una persona o cualquier cosa empieza a existir para nosotros; cuando hay solamente la novedad como fenómeno; cuando esta máquina se pone en funcionamiento, empieza el azar. No sabemos por cual puerta hemos entrado, tampoco tenemos la certeza de los días pasados de esa persona o cosa. Casi aleatoriamente, revelamos la parte menos inesperada. Puede que me conozcan en el peor día de mi vida o al siguiente. Así fue que llegó a mi Brasil de John Updike. Con esa misma comprensión de lo ajeno, entendía algunas cosas sobre Brasil; por medio de la comprensión del escritor gringo supe y saboreé algo de ese país que es la mitad de mi sub-continente. Muchas veces la mejor descripción sobre uno mismo la da un recién aparecido en la vida. Otros explican nuestra casa, nuestra vida desde afuera. Como siempre es más fácil hablar de los otros, podemos hacer mejores retratos, biografías, crítica literaria, especulación social (chismes), reconocimientos y desmerecimientos para los demás. Los sicólogos son mejores con los otros, los sacerdotes explican mejor la vida de los feligreses. Ese recuerdo me lo dejó Updike, ahora que ha muerto.

Stephan Lam

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domingo, enero 25, 2009

Rusia, Bangladesh, Vietnam, Rusia









Hay que tener algo de vergüenza (para reparar los errores, para realizar actos que nadie recordará). Sólo un poco para indignarse, para darle paso a la rabia y recordar ciertas acciones, reflexionarlas y dejarlas en el discurso. De todas formas todo pasará; las acciones serán olvidadas o sometidas a la escritura, lugar del olvido sustancial (sin embargo, es el único mecanismo que nos permite acordarnos de algo). De los pesares mayores del hombre, el mayor es la pérdida de la memoria; aunque funciona como mecanismo de tranquilidad, todos tenemos nuestro espacio en el olvido. Ese deber de especie, esa necesidad de no alejarnos del concepto, esos días pasados que no recordamos, son las dolencias del hombre que se acumulan por tiempos y salen a flote en algunas fronteras físicas o mentales. De todos los males, el peor sucede. El cambio climático enciende la alarma del planeta. No importa, el olvido lo superará y siempre tendremos los libros y los museos para recordar este mundo; lo que existió. Ya se hizo el llamado y será histórico el proceso de degeneración; los cambios, las avalanchas e inundaciones; las acciones de los hombres también se olvidan o son historia (letra por letra), no importa la escala del daño o los damnificados. La especie se adaptará y tendremos nuevos días. Adoramos ese lugar, esa nostalgia por los días pasados y la falta de vergüenza de la mayoría de nosotros en los actos cotidianos, en las relaciones personales, en las políticas empresariales, en las responsabilidades económicas.

Laurent Weyl

"Los exiliados del clima" (artículo re-frito)

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miércoles, enero 21, 2009

En Chiquinquirá y Ubaté de peregrinos


lunes, enero 19, 2009

Atributos de la tarde







Más se demoran los que rememoran los ocasos. Incluso se deleitan muchas horas contando los rayos, las sombras, la expectación y el sosiego, que aumentan proporcionalmente dependiendo de la compañía. La búsqueda de un sol naranja, el sol de los venados, la vespertina de las salas de cine, la hora de volver a casa sin el traje de la ocupación. Las preocupaciones cotidianas se hacen vigentes. Estar afuera es sinónimo de la tarde. Hay películas que no existirían sin el ocaso. E. T. es un ser de la tarde, del paso a la noche, a la oscuridad de su mundo espacial. La noche del universo, es un indicio superlativo de la tarde terrestre. Más se demoran los que toman el café de la tarde, más memorable es cuando se hace de noche durante un concierto o partido. Oda a la tarde, oda al café con pan, oda al esperar la noche. Oda a la vespertina.

JOSÉ MARÍA MELLADO

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jueves, enero 15, 2009

Hoy no hay novedad, de nuevo lo viejo es novedoso







Es de notar la falta que hace una buena cantidad de nuevas frases de combate, de oraciones persuasivas o eslóganes pegajosos por estos días. Durante algunas cavilaciones he notado que los rasgos se repiten, que algunas palabras o textos completos son los mismos de siempre; en otros labios son novedades y para el resto son lugares comunes. Lamentablemente ya no importa lo que digamos, importa es quién lo dice. La proximidad del cambio, de voces nuevas, no perturba el aire, solamente nos permite ver cómo pronuncia las frases de siempre este novedoso alguien. Algunos experiencias dejan intuir el cambio; sin embargo, todo lo que he dicho lo han dicho antes otros. Aunque ya lo hice notar, el pasado es también la posibilidad de la sorpresa. De los confines de la web unas poderosas imágenes retro. Antes de la fotografía digital, antes del Viagra, antes de la revolución femenina, antes del pantalón para las mujeres, antes de usted, antes de mí, antes que nada (¿antes de nada?), aquí muestro el trabajo de

GRETE STERN

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