martes, marzo 22, 2011

"Si lo que vas a decir/ no es más hermoso que el silencio/ no lo vayas a decir"


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lunes, marzo 14, 2011

De tedio y de trenes...

Aunque inminente, la idea de pertenecer al cosmos (We Are All Made of Stars, diría Moby) solo se hace palpable en los extremos. En el inicio de la especie o en la inevitable extinción. Pero, ¿qué pasa en el medio? El tedio, la vida, la rutina, los días, el trámite; un tren que va a una estación de madrugada, cerca del hombre que se ha quedado dormido recordando sus mejores días; un bolero en la rocola que ha soportado miles de ebrios y algunas ilusiones empapadas.

Bueno, ¿y el sonido del tren y del bolero vuelven al cosmos? ¿Aun suenan las señales de televisión en emisión estelar?

Si mi naturaleza es la misma que el bolero y el tedio, sigo emitiendo, sigo siendo y en algún lado la rutina se rutiniza y yo ente de la misma naturaleza soy extremo, me alejo, me multiplico, emerjo, me sacudo, desbordo, también afecto mi eje, porque soy universo. Entonces, sueño como el bolero, soy el viejo ebrio que amanece empapado. Hago canciones de Moby. Otras veces duermo como tren llegando a la estación y desde siempre me extingo.

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martes, marzo 08, 2011

Uno de los conceptos más extraños, también uno de los más humanos, es ser último. Me imagino que surgió de la necesidad por designar al que llegaba al final, el que asomaba su acezante cabeza, ese que era mirado como un extraño. Ese, que todos miraban por encima del hombro para verlo en perspectiva, necesitaba un nombre. Al ser designado, no tuvo más remedio que ver al frente y ser motivo de reflexión. Alguna vez nos ha tocado, nosotros lo hemos sido. Sin embargo, cuando no lo somos buscamos explicaciones, reflexiones, ayudas, burlas, apoyos, su rostro toma forma y no lo olvidamos. Los humanos clasificamos o excluimos, no hay nada afuera que no sea posible transformar.

Ahora, seguimos haciendo las cuentas. Decimos que tiene dificultades (decirle "último" es bochornoso), lo ponemos como ejemplo de lo mal que podríamos estar. Sigue con rostro. Maldito rostro, nombre, clasificaciones, rangos, límites. No podemos dejarlos de nombrar, observar, comparar, admirar, transformar en leyenda. Eso somos, los últimos de algo. Sin embargo, prefiero ser último, por estos días. Prefiero ser el último de la fila o de la liga. Como se les dé la gana...


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martes, marzo 01, 2011

Boulevard Montmartre - Camille Pissarro



Las ciudades arman estructuras en los espacios vacios. Sin embargo, no son capaces de ocuparlo todo, quedan lugares que se construyen a sí mismos y cambian constantemente. Esas calles, usos, costumbres, marchas, besos o discusiones, se arman para luego reedificar las estructuras invisibles de la ciudad. Esas que se forman cuando se edifica el pensamiento. A veces las podemos ver desde el aire, otras veces nos atraviesan o somos nosotros mismos quienes las formamos. Una de las pocas autopistas mentales está en las acciones colectivas, en las ideas con partidarios. Así se construyen imagina- ríos, peñas, se arraigan convicciones o se detestan mamarrachos invisibles.


Al ser tan sensibles se escapan de las manos, se construyen en instantes y desaparecen al rato. Otras duran lo que las voluntades le permiten. Incluso, la naturaleza parece estar medida por el deseo, por el pensamiento de qué debe ser natural en ese espacio. Los terremotos de las ideas levantan torres, desarman (de des-armar) hombres, potencian mujeres y doman estados de ánimo. Así, es imposible deambular, caminar sin sentido. La ciudad es una estructura invisible que sucede ante las moles inmóviles, esas no-estructuras, esas que solo tienen cimientos.

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