viernes, enero 27, 2012

Asombrosa Yuko Shimizu









Los objetos viejos son umbrales al pasado. Nos descalzamos y entramos en zonas dolorosas o en simples arenas del olvido, esas que hacen cosquillas pero no fastidian. De ahí en adelante, nos despojamos de actualidad, nuestra mirada evocadora se expande como virus. Nos vemos borrosos, sentimos el pasado en toda su expresión, en su actualidad. La piel se expande, nos sobra su contención, nos demarramos por todos lados. Vuelven los aromas, las sonrisas y una que otra desgracia se desprende de las paredes. Caen como cuadros mal puestos los recuerdos, en medio de cualquier momento y dentro de la contingencia; es decir, dentro de lo inabarcable, en cada uno de los segundos que siguen.

Así empezamos a reconstruir, edificar en el pretérito, a sobreponer –nos, a diseñar recuerdos, jornadas de atajos. De pronto el pasado deja de ser la condición. El presente se instala. Su sombra hace brillar un montón de asuntos latentes, vigentes, urgencias aparentes y acciones aplazadas. Pero como cualquier cosa en el mundo, empieza a derramarse, se acerca tanto a otras que forman una. Entonces, el tiempo es uno y las cosas que lo habitan también. Esta es un poco la sensación que me producen las obras de

Yuko Shimizu.

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jueves, enero 19, 2012

Trastos

En algunos miles de años los trastos cotidianos serán reliquias. Tendrán los humores de los transeúntes del siglo XXI. Atesorarán las manchas de mi torpeza o las gotas del vino evocador; los sudores de un buen día o la ruina premeditada de mi descuido. Cuántos habrán pasado por esta silla, por tus muebles o cuántos han tocado las manijas de cualquier bus. Los objetos nos guardan, nos incluyen y nos quitan algo de nuestra fugacidad. Los trastos del mundo tienen cementerios de células voluntariosas, deprimidas, hermosas como las tuyas, distraídas y hasta toscas como muchas que me contienen.




El hipotético vestigio se conserva desde ya, nosotros lo hacemos, como los responsables antepasados de esas también hipotéticas y estudiosas personas. La dificultad de conservarlo está en que pretendemos renovar, reedificar, reencauchar, reciclar, reemplazar. Así que cuando el objeto sea descubierto será simplemente una cosa más en el presente de nuestra descendencia. Pasará mucho tiempo desapercibido, hasta que empiecen a aparecer suciedades, giros, usos, señales del pasado y ellos sabrán de nosotros, hablaremos en el futuro con recicladas, desconocidas y revestidas voces después de tanto uso.




Siecha

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martes, enero 10, 2012

Somos grises


Casi con desespero añoramos encontrar los extremos, esos que son puerto seguro o desgracia total. En todas nuestras acciones, en el destino o simplemente en las extensiones de la mente, que son esos objetos inventados o intuidos, se intentan hacer en extremo generosos, gigantes, viables, destructores, pequeños, revolucionarios. Planeamos, levantamos, diseñamos, extendemos, viajamos, odiamos y amamos. Siempre en demasía, de forma última o con la fortuna que sea una promesa, un juramento, la seguridad de la vida o su anverso. Sin embargo, no es tanto el huracán que buscamos desatar con cada uno de nuestros primeros impulsos. Se desenvuelven de forma caprichosa, somos parábola no línea al infinito.

Los pardos son más abundantes que los brillantes. Estamos hechos de dudas, de pasos en falso, de casualidades, de impulsos intuitivos. Hacemos, luego pensamos. El borde es cada más amplio que el centro. Tajadas de las cosas nos son dadas, el todo no es un fin, ya que los procedimientos son insuficientes; siempre hará falta algo, la constancia del fracaso forma cosas incompletas no universos satisfactorios. Por lo tanto, este año no será el fin del mundo, no tenemos la capacidad de terminar algo de forma completa cuando no lo hemos terminado de crear.

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