domingo, octubre 28, 2012

Elonga- acción.




De eternos bucles está hecha la vida, que descienden por escaleras de caracol. Tensamos el tiempo para evitar que se sobrepongan los pesares o se queden en las capas interiores. También arrumamos mundos enteros para desentendernos de ellos, de  esos  que fueron. De esas conductas, de esas ausencias o de esas  cosas que simplemente se dejan de lado, de ellas escapan poderosos momentos calcados. La infinita repetición, la honrosa vuelta al mundo, la noche y el día.  Sin embargo, la ilusión no tiene memoria, se alimenta del olvido y de otras hierbas con sabores agrios o con dulces imposibles; por eso no es posible estirar el mundo sin dejar de atenerse a  disparar la multitud, esa que vive en el bucle o que inoportunamente se ha sentado en las escaleras. 

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sábado, octubre 20, 2012

Me suena a...


Siendo justos, dejando de lado  las máscaras que no se pueden quitar, esquivando todas las coincidencias que permiten el bricolaje del destino. Quitando todo eso, solamente así,  podremos ver las cosas al desnudo, sin la sensiblera idea de impresionarte, de saberte.  Sin este ropaje las cosas se ven igual a lo que parecen y las expectativas se cumplirán. Sin embargo, eso no es posible. Las cosas tienen puesto un ropaje casi infinito de días, de costras, de ideas, de mundo. Otros dirán que será la experiencia, los laberintos del tiempo.  Por ahora, no hago sino disfrutar de esta condición, hay días en que muerdo, perforo, exploro todas esas capas.  Sin embargo, no podemos ver donde acaba la capa o empieza el objeto, de eso estamos hechos; no es posible discernir las posibles aristas, por eso el mundo y sus cosas son redondas, para evitar que se puedan desenredar y dejar al descubierto una cosa simplona y vergonzosa, que no es otra cosa que lo real. 

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