lunes, diciembre 28, 2009

La caída de la palabra...





A veces me sobran cosas por decir, o se quedan en la punta de la lengua y nunca caen a la conversación. Cuando me embuto de cosas por decir me siento torpe. Hablar por hablar es el primer paso para saber que nada tiene importancia. Bueno, ciertas cosas que no entendemos como la muerte, como el origen del universo (en el que vivimos, el que se expande, en el que siguiendo la lógica universal engordo), como los sueños y otras trampas del pensamiento, estas cosas a lo mejor sí importan, en fin. La pregunta por los pensamientos no articulados nos lleva a la sobriedad del porvenir, otro día haremos las cosas bien, otro día propondremos salidas a la condición trabajadora del pensamiento y la verborrea nos inundará, hablaremos como nunca, reiremos, saltaremos, espetaremos todo el día, seremos chismosas sin consuelo, como los que hablan solos por la calle. De esa clase de blasfemias se hicieron las cosas más bellas. Por eso hay que dejarme hablar.

Fotografías de VILLE VARUMO

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