Mientras fluyen las nubes bajas
Desde mi lado, que algunos técnicamente creemos enaltercerlo
al llamarlo perspectiva, tengo la sensación de continuar observando el
horizonte cuando hace horas ha caído contundente la noche (esta reiteración que
ya ha perdido todo punto poético, me parece bonita, inexacta, contundente, con
una bonita sonrisa, con algo de sentido del humor, con una dosis de complejos,
con una mirada bonita que se hace cómplice, está hecha de esas cosas que saben
rico y no son delicias ni manjares, de diseño práctico, de color rojo, de olor
natural sin perfume, de brazos acariciables, de cuerpos que me gustan, de esas
que suenan muy bien, de pulpo). Al
parecer el horizonte se ha clavado como imagen de almanaque que se queda en la
pared acostumbrada a ser más amarillenta o a esconder algún defecto
hasta que se olvida totalmente lo que se escondía. Esa obstinada imagen hace
que esté un poco atrasado del presente, solo un momento; que es imperceptible
para algunos, pero que se hace instante eterno (vale la pena usarlo, suena bien
y se ha desgastado como clásico del rock, se ha añejado, sin corromperse o
echarse a perder, porque es oxímoron). Desde mi lado puedo verme en el presente
inalcanzable por ahora, me veo actuando, siendo y a veces ambas cosas al
tiempo. Desde allá me veo y pienso “qué hago en ese instante”, indago por los
motivos de mi retraso, me veo un poco más joven y hasta inexperto. Pero desde aquí continuo viendo el horizonte,
ese que vemos pero no vemos, y no quito
la mirada de él, porque no quiero verme en
el “ahora” que todavía me es ajeno, como lo son los zapatos cuando son
nuevos.
Etiquetas: saudades