miércoles, diciembre 21, 2011

Artificio





He descubierto cosas latentes en mí, que han operado desde la oscuridad, en el lado opaco de la memoria. Desde el fondo del sombrero se asoman conejos que salen corriendo apenas asoman la cabeza. Así, me descubrí idolatrando una escalera, que me parece un ejercicio juicioso de ingeniería; por estos mismos días me he sometido absorto a nuevos sonidos y melodías. Una imperceptible curva me llevó al tratamiento de materiales en objetos. De existir otras vidas, creo que he sido un inventor, esclavo de taller, perro de siderúrgica, repostero, relojero y hasta diseñador de interiores (no en una vida pasada sino paralela).
Mientras laten más vainas en mi cabeza, he disfrutado y he sido frustrado en varios campos del conocimiento cotidiano. Por eso disfruto del trabajo de los demás, verte caminar o solamente estar. Esas cosas que suceden sin temor, sin malicia o intención. Los conejos saltan pero siempre tengo la vista puesta en los que ven o me ven. Mientras tanto seguiré soñando, imaginando y viendo pasar la gente, la vida, los objetos, las estructuras, el agua, el mundo, las comidas, los olores, entre infinidad de vainas que me son imperceptibles, por ahora.

Imágenes tomadas de http://www.kirainet.com/

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miércoles, diciembre 14, 2011

"Te vi / Juntabas margaritas del mantel"

Por cosas de la vida (de ella, porque no conozco otra entidad a la cual culpar) últimamente como solo. Es decir, comparto mis cavilaciones en privado, con ese mismo tipo que sorbe la sopa sin darse cuenta. En el momento de hacerlo tengo que reedificar, rearmar, traicionar la costumbre humana de compartir su alimento, aunque eso no lo pienso mientras como. Qué pensará el del frente, el señor calvo, que no se resigna a dejar enfriar la sopa. De qué hablaran ellas, que cada vez se ríen más fuerte. Vuelvo a mi plato y reconozco que somos más los que almorzamos solos, ellas no tanto. Lo bueno es que elijo con quien hacerlo, entro al local y simplemente me siento cerca a mis compañeros de plato. Los escucho, opino y no tengo obligación de responder. Miro impunemente, inescrupulosamente, desaforadamente, despectivamente. Muchas veces imagino sobre lo que hablan, imagino a los otros, a los que no nombran y yo invento. Lo malo es que si vuelvo al restaurante y reconozco caras, recuerdo los falsos juicios y vuelvo a pensarlos; entonces, ya son conocidos y almuerzo con ellos otra vez.

Así que mañana iré a otro lugar, donde de nuevo comenzaré a comer solo.

MUCHOLEGO

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viernes, diciembre 02, 2011

Nadie te mira






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Reminiscencias

Las horribles manos de una mujer hermosa, quien no las disimulaba para mostrarse aún más mundana.

El sonido del viento mientras caminábamos por la sabana, sabiendo que esa tarde nos quedaríamos hasta la mañana.

Una máquina tipográfica expidiendo el olor más agradable y mortífero del que tengo memoria olfativa: la tinta.

Un sapo gigantesco que más que asco generaba respeto. Verde oscuro. Verde único de cada sapo o rana en el mundo.

Un baño inmenso en un apartamento ya demolido en el centro de Bogotá.

A la vez la ya inexistente vista sobre la calle, donde las ahora maduras jovencitas se paseaban para ir a la universidad a clase de nueve.

Una borrachera donde brotaron confesiones que se han quedado guardadas para siempre, porque no nos volvimos a emborrachar ni a ver.

La irrefutable sensación de viaje en el tiempo cuando se ingresaba a un salón de juegos de los años cuarenta, futbolistas increíblemente grandes para un futbolín, todo hecho en madera, que irremediablemente se echó a perder.

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