Caprichoso, desfasado y demorado conteo musical. Vol. 2
10. Dead Combo - A Bunch of
Meninos
Uno de los inventos contemporáneos del hombre moderno, industrial tardío, deambulante ilustrado,
sensualista desaforado o como quiera llamarlo, es el tener un focalizador
perpetuo. Aprendió el truco en el cine y no deja de aplicarlo todos los días,
en todos los escenarios; ser parte de este entramado le ayuda a construir su
personalidad, es decir su personaje. Como no escapamos de ello, hacemos todo lo
posible para lograr la verosimilitud de nuestros días, a los que añadimos
bandas sonoras. Frenando mi personaje de
posudo y tozudo narrador, me dejo ir en
el sonido de Dead Combo. Se recomienda escuchar el álbum completo, para añorar
los acantilados, el frío invernal y las pocas ganas de ser el ganador en este
relato.
9. Pharrell Williams – Girl
P. Williams tiene algo que me
llama mucho la atención. No es su poderío pop o la necesaria publicidad que lo
rodea. No es tampoco la forma que mezcla ritmos y construye canciones altamente
comerciales que logran instalarse en la cabeza al primer intento. Esas cosas
se las reconozco, pero me gustan más sus baches, las canciones que parecen
territorio de nadie, que simplemente suenan como cualquier otra sin ser éxitos.
Sus lados b, me gustan mucho, esas que no serán parte del recuerdo. Me quedo con
un álbum ultra pop, de éxitos seguros y otras canciones deficientes que me
suenan muy bien. Y con el plus de la aprobación por parte de M. HDZ.
8. Beck - Morning Phase
Cada álbum de este señor es
una muestra de cómo se logra superar la expectativa y convertirla en novedad.
Las posibilidades de repetirse son pocas (realmente exagero, se repite pero de
manera necesaria, no como fórmula), porque hay un estilo en perpetua búsqueda,
de eso soy fiel testigo. M. Phase
remienda los sentidos luego de escucharlo, los pone expectantes,
serenos, de nuevo cobra sentido el observar y oír, entre otras experiencias. De
aquí salieron algunas de las mejores canciones que escuché en el 2014.
7. Paus – Clarão
La escuela musical, la manera
que reaccionamos ante los sonidos, las huellas de los géneros o las canciones
caspas que reiterativamente seguimos con el pie, la mano o con el pensamiento y
la poca necesidad de montar letras ante
la contundencia del sonido. Estos son los ingredientes de esta banda de rock o
metal (depende por donde se le mire),
que logra proponer la experiencia del sonido por encima de la construcción de
versos o coros.
6. Systema Solar
El color local o la búsqueda
de la experiencia nativa, que en últimas es el rapto de lo cotidiano ajeno, es
el mayor robo que se le puede hacer a alguien. Nos pueden robar la billetera,
la vida, los libros, los proyectos, la pareja, las ideas o hasta las mascotas; pero que nos
roben lo cotidiano, que lo hagan con todo el descaro, es una de las mayores
afrentas. Los antropólogos lo hacen como ciencia, los exploradores como experiencia
y otros tantos como pulsión ajena. Por eso fabricamos el color local, lo
cotidiano (como los argonautas del Pacífico) propio para que sea el dulce del foráneo.
Eso pasa con la música de S. Solar, da a cuenta gotas y de forma intencionada
parte del sonido, lo dosifican y lo ponen en canciones para oyentes urbanos lejanos.
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