Sin aviso
Como si no
hiciera falta el presente, como si no tuviéramos
que vérnosla con el ahora, ponemos en mente imágenes sin tiempo. De esas que
son oníricas porque no atienden a una
medida temporal, solo a la asociación incesante de ideas. Aparecen de un
momento a otro, son el amigo que vuelve y desaparece de un instante a otro, el
comensal que comparte nuestra mesa y no sabemos si antes del almuerzo ha realizado su peor
acto o tiene la satisfacción de algo que lo congració con su humanidad.
Nunca
llegan como la lluvia con un frío suave en la cara o con arcadas antes de
precipitarse por nuestra boca como el vómito o las injurias. Se hacen presentes
como la auténtica sorpresa, no la que se podría presentir, son lo mismo que la
inexplicable vez en que nada tuvo sentido. Así acuden, pasan y desaparecen para
caernos, en cualquier otro momento, en
gracia o desgracia.
Etiquetas: cotidiano
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