jueves, diciembre 27, 2007

A 39 kilómetros de Bogotá...


Antes de estar en la árida, y no por ello peor o mejor, Bosa; estaba en un hermoso pueblo llamado Sopó, no hablaré de la belleza de los arcángeles, ni de la paz que sintió mi alma en este fragmento de vida. No. Hablaré de la actividad cotidiana de este espacio. Para esto es necesario desacelerar y dejar pasar el tiempo, no pensar que nos hacemos viejos o que tenemos una urgencia; sólo déjese llevar, esté con todas las miradas encima, recuerde no creer que tiene la razón o que dirá la verdad. Allí pasé unos buenos días, conocí personas que me marcaron el alma, niños y niñas que me demostraron un amor sincero y sin pedir a cambio nada. Entendí que la civilización no es Transmilenio, ni los centros comerciales. Un lugar donde podría escribir más, un lugar donde podría estar pendiente de mí mismo y sin excusas. Por esto, por aquello y para no perder noticias. Linkeo (si existe, es horrible esta palabra) El Hablador.

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