Quisiera
ser generacional. De esos que tienen como apellido un manoseado nombre de iluso periodo histórico.
Así, me haría el romántico, de esos con
mujer muerta en el armario o flotando en un estanque. Podría ser posconflicto,
posmoderno o trasnochado militante de
una idea que de simple se tornó credo. La alternativa ha sido que día a día me
instalo en posibles resguardos y dejo la imagen de recién convencido, de novato
o amateur, de distraído transeúnte.
Mientras me
estudio sé que no me configuro. Sin
embargo soy gremio, sector,
segmento en encuesta o participe de buenas opiniones. Me numeran,
estratifican, adjetivan o me incluyen en
un exclusivo grupo, que se traiciona desde el adjetivo.
Aunque sean
detestables los cardúmenes detrás de un anzuelo brillante, no lo son tanto los
rebaños que nos instalamos detrás de una arenga. Más tarde, cuando el anzuelo funciona o los
caminantes salimos en desbandada, rumiamos los días inmediatos no la centuria,
ni esperamos el apocalíptico ataque de mísiles.
Estos días las alternativas se han vuelto agujeros negros inservibles,
que escupen igual lo que se han comido
hace poco... Mientras los miramos por acá, por una lejana aspa blanca.
¿Qué ha
pasado? ¿Hemos dejado la civilización a un lado? ¿O nos han absorbidos las
ideas, los tiempos, los ciclos económicos, los mundos invisibles, las teorías,
la democracia?
Pintura de Charles William Mitchell "Hipatia"
Etiquetas: Civilización