¡Hasta en la sopa!
La comida
es un artilugio temporal. Sin embargo, la
humanidad se puede pasar la vida adobando, curtiendo, cebando, dorando o demás
operaciones que me son vedadas. Pero eso es crear instantes, sorbos y cosas
para echarlas a perder. ¿Será esa nuestra naturaleza? ¿Hacer cosas que se
deshacen en segundos o se desabren en minutos? Es tanta la fuerza de la comida
preparada que todos los seres tarde o temprano lo hacemos, creamos instantes
que se esfuman, se comen y se deshacen necesariamente.
La única civilización
ha acumulado formas, experimentos, sabores y esencias. La hecatombe nos hará perder
platos e ideas; por ahora podemos hacernos los interesantes y probar,
beber, despreciar, escupir, seleccionar, calentar o dejar para que otro sienta
lo más humano que tenemos.
Una de
cierre. La capacidad evocadora de la comida es hecha de la materia del olvido,
de la añoranza y de la melancolía: ese ingrediente que es el perfecto, el que
solo dura un pensamiento, que nunca es igual y se deshace antes de llegar a la
boca.
Etiquetas: comer
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home