miércoles, noviembre 03, 2010

La vida simple

A veces añoramos lo que no hemos tenido (descarado robo a Sabina). No es raro fantasear sobre las posibles vidas que tendríamos. En algunas de ellas, para mí ficción la mayoría, tienen un factor que se cuela como gusano en un portal del tiempo. Esa reiteración es que mi vida sería más sencilla. No respondería a nada, no leería; haría de la sencillez un remanso, una virtud vital. Inventaría una filosofía de vida donde no se complique nadie, primera complicación: llamarla filosofía. Sin plata, sin pensamientos complejos, sin deseos profundos (solo superficiales satisfacciones, detestables banalidades y resbalosos ridículos), con pocas cosas en casa, una cama, un radio y una frazada. En otras no le hablo a nadie, para no responder, no satisfacer o no hacerme entender. El problema es que mientras imagino me complico, para que al final sea tan enredada esa alternativa como la vida real. Pero, en un principio lo era, una sola, una tan siquiera. Una vida simple.

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