martes, marzo 01, 2011

Boulevard Montmartre - Camille Pissarro



Las ciudades arman estructuras en los espacios vacios. Sin embargo, no son capaces de ocuparlo todo, quedan lugares que se construyen a sí mismos y cambian constantemente. Esas calles, usos, costumbres, marchas, besos o discusiones, se arman para luego reedificar las estructuras invisibles de la ciudad. Esas que se forman cuando se edifica el pensamiento. A veces las podemos ver desde el aire, otras veces nos atraviesan o somos nosotros mismos quienes las formamos. Una de las pocas autopistas mentales está en las acciones colectivas, en las ideas con partidarios. Así se construyen imagina- ríos, peñas, se arraigan convicciones o se detestan mamarrachos invisibles.


Al ser tan sensibles se escapan de las manos, se construyen en instantes y desaparecen al rato. Otras duran lo que las voluntades le permiten. Incluso, la naturaleza parece estar medida por el deseo, por el pensamiento de qué debe ser natural en ese espacio. Los terremotos de las ideas levantan torres, desarman (de des-armar) hombres, potencian mujeres y doman estados de ánimo. Así, es imposible deambular, caminar sin sentido. La ciudad es una estructura invisible que sucede ante las moles inmóviles, esas no-estructuras, esas que solo tienen cimientos.

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