Tram- ando

La sensación que me aturde y paraliza, es un poco parecida a los pies de barro que se hacen infinitamente pesados en el punto cero de una encrucijada o a la aparente densidad del agua antes de la entrada de un cuerpo; siendo equivalentes a la fragilidad de un empaque no abierto. El galimatías vale la pena mientras rediseño, maquillo, pongo a punto, limpio, pulo y pinto mi discurso.

Deambulando por los días he vigilado un umbral, que tiene invisible torniquete, por el que han pasado algunos, en ambos sentidos. El registro no es inocente, (van y vienen ideas, necesidades, posturas, sonidos novedosos, voces nuevas) des - hace una trama, una historia; la ficción al pleno, la inmovilidad que petrifica. De pronto editamos, cambiamos, dejamos hilachas sueltas, quemamos puntas, armamos. Recordando que el oficio de tramar es tan antiguo como necesario. Tan vital como las repeticiones con otros actores, el remake de todos los días. Hoy día es un punto más de la colcha universal.

A veces termino escuchando a los pasajeros, a los viajantes o a sus acompañantes y tramo. Des-hago.

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