Como si pasara el tiempo...
Casi como
los ciegos y el elefante, como si no fuera capaz de distinguir entre un color y
una sombra; casi como la imagen a través de un vidrio martillado o como te deformas
por el filtro del amor, así pasan las cosas. El poder de dilatar el tiempo, de no tener un
segundo igual, nos hace enteramente humanos. El viento pasa, las estaciones tardan
o se adelantan, pero están; sin embargo, el tiempo en nosotros se suspende, se
recoge, se retrae o se suelta por el laberinto y nos persigue, alcanza, macera,
acaricia, retrocede, cede, te ve, huye o espera. La relación entre tiempo y visión es tan
rancia como la costumbre de adelantarlos en cada una de ellas. Vivimos
dispares, distorsionados o ausentes del tiempo o de tu mirada.
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