lunes, febrero 16, 2009

Prerrafaelismo


Al mirar por encima de mi hombro, sólo encuentro la misma zozobra que cuando miro al frente. Es una época diferente, los ideales no son tan claros. Así como somos de volubles ante las reacciones del mundo, el mañana también lo es. Admito que no sé, no sabemos, ellos tampoco lo saben. La ignorancia sobre cualquier cosa que implique un futuro a mediano plazo, está cerrado. Incluso los oráculos no se aventuran más allá del lustro. Los días son tan cortos, que no hay necesidad de pensar en qué pasará mañana, porque estamos ya en él. Es uno de los efectos de después de los treinta (buena serie si se acuerdan). El reloj mental es tan traicionero, que cuando miro atrás no veo más que mis planes a medias y otras promesas, cumpliéndose “sin querer queriendo”. Deslizarse por la vida es fácil, lo malo es que sea tan rápido. Es elemental y así lo quiero escribir: no sé qué pasará en dos lustros, sin embargo, construiré la vida que quiero.

Simplemente

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