domingo, enero 25, 2009

Rusia, Bangladesh, Vietnam, Rusia









Hay que tener algo de vergüenza (para reparar los errores, para realizar actos que nadie recordará). Sólo un poco para indignarse, para darle paso a la rabia y recordar ciertas acciones, reflexionarlas y dejarlas en el discurso. De todas formas todo pasará; las acciones serán olvidadas o sometidas a la escritura, lugar del olvido sustancial (sin embargo, es el único mecanismo que nos permite acordarnos de algo). De los pesares mayores del hombre, el mayor es la pérdida de la memoria; aunque funciona como mecanismo de tranquilidad, todos tenemos nuestro espacio en el olvido. Ese deber de especie, esa necesidad de no alejarnos del concepto, esos días pasados que no recordamos, son las dolencias del hombre que se acumulan por tiempos y salen a flote en algunas fronteras físicas o mentales. De todos los males, el peor sucede. El cambio climático enciende la alarma del planeta. No importa, el olvido lo superará y siempre tendremos los libros y los museos para recordar este mundo; lo que existió. Ya se hizo el llamado y será histórico el proceso de degeneración; los cambios, las avalanchas e inundaciones; las acciones de los hombres también se olvidan o son historia (letra por letra), no importa la escala del daño o los damnificados. La especie se adaptará y tendremos nuevos días. Adoramos ese lugar, esa nostalgia por los días pasados y la falta de vergüenza de la mayoría de nosotros en los actos cotidianos, en las relaciones personales, en las políticas empresariales, en las responsabilidades económicas.

Laurent Weyl

"Los exiliados del clima" (artículo re-frito)

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