sábado, abril 18, 2009

Los sabores



Miles Aldridge

Los tentáculos del pensamiento son largos, tan largos que las asociaciones se pierden en esquemas imposibles. Una de las formas de encaminar el pensamiento es la razón. Sin embargo, ella no constituye el único camino, aún así le confiamos nuestras decisiones, aunque en el fondo pensemos en otras cosas muy diferentes. Por sólo tomar un ejemplo, propongo el recuerdo de un olor. Ese que me acompañaba en las caminatas al lado de una fábrica a las diez u once de la noche. Aún no sé qué significa y supera el espectro del tiempo cuando regresa. La facilidad con la que llevamos cualquier objeto a la nariz, se aplica a las numerosas consecuencias de nuestro pensamiento. El olor del plástico de un muñeco, los perfumes insoportablemente olorosos o la presencia de los seres a través de sus humores. “Los sentidos nos engañan” dijo el idiota que tenía la verdad pre-fabricada en su pensamiento. La realidad no pasa, no sucede, no es confiable. Por eso la experiencia es una y no homologable. Cuando sea posible dejar salir esa cadena casi infinita descubriremos que la dinámica celeste es única (cada vez que la pensamos) y diversa (“cada vez” implica muchas veces). Por eso puedo decir que en realidad: “usted huele muy rico”.

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1 Comments:

At 11:15 a.m., Blogger Fre4d said...

Bueno, el olor podría significar "oh lord" cómo huele usted de bien sin importar que huela a mier... Y entonces publicar la segunda parte de "el perfume" O hacer una oda a la fábrica de chocolates de la 68 con trece.

 

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