jueves, septiembre 07, 2006

Nuestros deseos...


Aunque todo no salga como lo soñamos, hay un problema cuando se hace nuestra voluntad. El tema es recurrente en muchos relatos. Cuando el héroe (sí, usted o yo) consigue lo que siempre ha deseado y tiene todo el derecho de usarlo, encuentra que ya no le sirve y que sus deseos, son tan ficticios que no valen la pena.

Imaginemos que se cumple nuestro deseo, el que siempre nos ronda la cabeza. Bueno, puede valer ganarse el baloto, o conquistar a la mujer de nuestros (de los suyos, no de los míos y viceversa) sueños. Sin embargo, se cumple, la paisa lo pide todo, el baloto cae una noche de lluvia y ha comprado el boleto.

Esa noche no duerme de la ansiedad, no duerme de la lujuria, pone todo de sí, llega a atravesar todos los círculos del infierno erótico, de la gula, desperdicia todo, manda a lamierda su vida anterior. Hasta consigue cosas que jamás utilizará. Bueno, y ¿qué? Al otro día sigue amaneciendo temprano, ya ella no es ella, sino que se convierte automáticamente en esa, el dinero igual no alcanza, las cuentas siguen llegando. Todos los deseos se cumplieron y ya. Sigue anocheciendo y los cucarrones se reproducen. Por ahora no se puede más. Seguir deseando y nada más. Ojala ella se presente, ojala, nos ganemos la copa, el baloto, los premios, todas las gracias, que bien….

Finalmente, el héroe sigue trabajando, se levanta, lo regaña el jefe, la plata no alcanza, hay que salvar el mundo, estoy cansado, ¿acaso, no puedo ver un puto partido?, hoy quiero descansar.