sábado, agosto 01, 2009

Los vaqueros murieron de cáncer en el Túnel Carpiano

A los hombres de un pasado cercano les gustaba fumar. Los iconos de la pantalla sacaban el cigarrillo, lo encendían, decían el parlamento, seguían chupando y dejaban el aire blanco como estela de sí mismo. Aunque reconozco su efecto dañino, su mal olor en ocasiones, el cáncer, etc.; extraño ver a gente fumando en las pantallas. No quiero ver más gente tan buena en las historias, esos que desbordan buenos afectos, unas pocas dudas y que son aconsejados por seres irreales, perfectos. Los anónimos ya no existen. Los rostros borrosos, son la mayoría en los programas gringos, esconden a Don Nadie; ya no hay rostros que respalden lo cotidiano de la vida. Ya no fuman, ya no muestran partes de su cuerpo, ya no dicen groserías, las reglas de la narración televisiva y cinematográfica se han tornado monótonas. Sólo nos queda la carga emotiva, de balas, de lágrimas... ya no fuman en las películas. ¡Los buenos son tan buenos!

PDT. Hablo de series para todo el público; no incluyo las películas del “Cine-Arte”, las pornográficas, los experimentos visuales o las tele-ventas. No hay espacio para Groucho, Cabrera Infante, Falcioni, Javier Marías, Lucky Luck (no me imagino un vaquero que no fume) ya no puedes salir en pantalla Jean Paul Belmondo.


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