lunes, abril 21, 2008

¡Mira qué te tienen amarrao y rezao!

Aún suenan en mi cabeza las oraciones de magia negra, retumban las palabras predecibles de un capo de la mafia. Todavía veo amarillo, el color de la enfermedad; todavía me salpica la sangre de los que dicen la verdad. Se apagan las velas que mantienen lejos a los espíritus, se apaga la luz para que entre la salsa, Cali, Siloe, un hotel que puede ser cualquiera. Se apaga la esperanza de una película que nos haga olvidar la violencia. Cuando se apaga la luz entramos a Perro come Perro. Perdiste amigo, hoy hay traqueto, balas, muerte. ¿Más de lo mismo? ¿Me ofreces nieve, a mí que soy esquimal? Puede ser un logro, una gota más en el vaso de agua; una indolente película. Es una presencia, un temor, buenas actuaciones. ¿Los colores de la fama hace cuánto fue? Un experimento, la vacuna es la misma enfermedad. La entrada del rojo sobre amarrillo mostaza, la música. “Lo mejor de las películas colombianas últimamente es la música” dice mi buena compañía. Pero la música sobre la nada es una pista de baile (Para mí Juanchito, es una discoteca gigante con tres parejas). Recuerdos sepia de Cali, drama en amarillo, la religión popular en buena medida es novedad. Todavía me acuerdo que la luz que se enciende en la sala de cine, también es amarilla.

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1 Comments:

At 8:50 p.m., Anonymous Anónimo said...

Holas

 

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