domingo, enero 31, 2010

"A la muerte le gustan las coincidencias", "Y de pronto, uno de los hombres se bajó de la máquina del tiempo" (III)


J. D. Salinger murió la semana pasada. Dejó varios lectores huérfanos hace muchos años, casi como una leyenda murió. Dejó una imagen, dejó buenos libros, convirtió a alguno por ahí en ladrón y siguió de largo. Sin embargo, la coincidencia fue con las decisiones de nuestro presidente, dejó una de las mejores novelas sobre adolecentes que he leído. El guardián en el centeno es el relato de un joven, que no tiene que delatar a nadie, que no tiene en la cabeza su deber de ser un soldado. La novela no apura, no alecciona, narra, crea y deja ver a un joven cuando no era sólo un estereotipo o una condición acéfala en la vida.

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