lunes, febrero 18, 2008

Sol de lunes...

La ópera de los días se cumple otra vez.
El man de la buseta es un tenor de sandeces.
Los transeúntes bailan mientras se suben a transportes que tienen pasajeros hasta en las llantas.
Los arrechos solitarios se mueven lúbricamente en los pasillos de los buses.
Todos cantan y rompen a llorar (cantando) al llegar tarde.
Los desempleados realizan un réquiem de la esperanza.
Los ciclistas cantan baladas a las mujeres atropelladas y a sus medias recién compradas que tienen la falla de San Andrés.
Todavía no hacen coros como los días de quincena.
Los enamorados callamos y vemos pasar el día entre el cotidiano ruido blanco de la vida.

El tic es el bis de la perorata amada en casa y en el trabajo.
Los sueños son insonoros, son del cine mudo.
Los trancones se congestionan de desdichados karaokes.
Cantamos goles en los cafés y gritamos verdades, que suenan a coro de Juanes (pegachentas pero que nadie toma en serio).
La lluvia rompe todo y e lunes se convierte en otro día, igual a cualquier lunes que llueva.
Canta Bell’ amore mio.

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