lunes, septiembre 14, 2009

Magritte y Kuitca (Pinche aquí)





Todas las mañanas me levanto preocupado por mantener la cordura. A veces, bajo y empiezo a mirar a la gente, como si ellos detectaran mis cambios cognitivos. El temor latente que me confiere el filo de lo normal, me propone un constante examen de la realidad. Paso las horas recordando los teléfonos memorizados, los rostros aprendidos, los detalles de los conocidos y desconocidos (aquellos que debemos saludar en caso de estar fuera de contexto, donde el lazo con lo real es ese rostro indiferente en nuestra vida o parecido a alguien que conocemos). Cuando nos preocupamos demasiado por la sensatez nos pueden acusar de locos, así como el ladrón se preocupa por parecer honrado. Por eso sólo los miro un rato a la cara y “me hago el loco”, “el no es conmigo” es una táctica que denota una alta estima por lo real, esa masa formado por la normalidad. Sin embargo, la suspensión de lo normal nos hará centro de todas las miradas. En mitad de la normalidad los podré mirar y pasar desapercibido, dejar una estela de buenos comportamientos; así dormiré tranquilo. Más tarde me levantaré pensando sí todavía no me he desnormalizado.

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